LA GENTE NO CAMBIA
Siento tristeza infinita, viendo el odio que nos rodea. Para algunos es el sentimiento más fuerte que existe, por encima del amor, da sentido a sus vidas y justifica todos sus males, culpando de ellos al enemigo, al que hay que destruir.
ODIO en los ataques en País Vasco al portal de un cargo político, Batzokis, Casas del Pueblo y Herriko taberna. Vuelven los viejos y oscuros tiempos, ya casi olvidados, con el mismo rencor de siempre, como si nada hubiera cambiado, como si en nada hubiéramos mejorado. Solo falta una bomba, un cóctel molotov, un asesinato para regresar al infierno. Y las condenas unánimes continúan pendientes.
ODIO en los enfrentamientos entre opositores y partidarios del gobierno, apenas impedidas las agresiones físicas por la separación policial, derechas e izquierdas, banderas nacionales y republicanas, igual que hace ya casi 100 años cuando comenzó la guerra civil. Solo falta algún muerto.
ODIO en el congreso; amenazas, insultos y descalificaciones que hacen añorar a diputados como Camilo José Cela y Gutiérrez Mellado.
Me ahoga tanto ODIO, y lanzó esta llamada de socorro. Hasta que llegue el auxilio; dejaré de ver telediarios y periódicos, “ojos que no ven, corazón que no siente”.
“Hay que cambiarlo todo para que todo siga igual” Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
Haces mal en dejar de ver telediarios y de leer periódicos, ya que eso es lo que posiblemente quieran que hagamos. Como dice un dicho popular: “Hombre sin noticias, mundo a oscuras”.
La verdad es que continuo comprando el periódico los domingos y consultando las paginas electrónicas de los principales diarios, pero el telediario no puedo, es superior a mis fuerzas. Me deja muy mal cuerpo.
¿Odio ?, yo lo considero rabietas de críos aburridos y malcriados . ODIO, con mayúsculas, era cuando antes, durante la Guerra Civil que mencionas para comparar, y creo que exageradamente, se ponía a los que con motivo, o sin el, se ODIABA con ganas, delante de la tapia recién encalada de un cementerio, y se les fusilaba. O aún mejor, perdón, o aún peor, cuando para ahorrar balas se les clavaba con ODIO, pero con ODIO de verdad, como Dios manda, el casquillo vacío de una bala a culatazos en la sien. Bala que antes, con ODIO, habías usado para matar delante de sus ojos a su padre, a su mujer, o a un hijo . Aquello si que FUE, pasado, ODIO. Lo de ahora son rabiatas de patio de guardería, que hacen gracia y animan el aburrido panorama televisivo. Lo de hora es la típica pelea de BORRACHOS a la puerta de una discoteca a las cuatro de la mañana, en la cual ambos a pleno pulmón gritan ” AGARRARME QUE LO MATO “, pero cuidándose muy mucho de acercarse, mientras sus amigos, tan borrachos o más que ellos, los jalean, aplauden, y animan. Eso si, sin darse cuenta que a lo mejor, o a lo peor, ” Alguien “, los esta viendo, mientras con sonrisa cuchillera acaricia las balas, y los casquillos, que tiene en el cargador que lleva escondido debajo de su chaqueta, esperando que, una vez más ” Llegue su momento “
El problema es ese precisamente, que llegue “su momento” y entonces ya sea tarde para echarse atrás.