IGNORANCIA GASTRONÓMICA ABSOLUTA
Nunca ha habido tantos programas gastronómicos como ahora en televisión.
Los cocineros son estrellas que tienen documentales, programas y películas. Sin embargo, TODOS COMEMOS, NADIE COCINA.
Nunca hasta ahora tantas personas habían comido fuera de sus domicilios; en comedores laborales, restaurantes de menú del día o comprando su comida a empresas especializadas.
Nunca antes tantos niños habían comido en los comedores escolares, ni tantas empresas habían servido comida a domicilio. La carnicería y pescadería de barrio desaparecen paulatinamente una tras otra.
Vivimos en la era de la inmediatez y no se concibe esperar turno para adquirir una lubina fresca o unos buenos filetes. Preferimos comprarlos en bandejas de plástico donde no sabemos cuánto tiempo lleva la pieza, ni a cuántos procesos ha sido sometida.
No tenemos tiempo ni ganas de limpiar y preparar unas anchoas. Las habituales comidas familiares de los domingos, basadas en platos tradicionales, cocinados con un fervor casi religioso serán historia en la próxima generación.
Además la convivencia familiar se fragmentara por ello, además de que con esta mala alimentación actual, nuestra salud se está resintiendo y empeorando paulatinamente con resultados aún por conocer.
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Si y no, tirando más bien a NO. Y me permito comentarlo con un un caso que me ha pasado hoy mismo, hace una par de horas, en el mercado de Santo Tomas de Bilbao, he comprado un queso fresco, de medio kilo, en su correspondiente tarrina de plástico, y con su correspondiente fechas de caducidad, como debe de ser. Antes el queso fresco lo comprábamos en las charcuterías a GRANEL, en las estanterías de las mismas tenían un enorme queso fresco del que pedíamos que nos pusieran un pedazo, y no tenía ni fecha de caducidad, ni sabíamos cuanto tiempo llevaba abierto, ni por supuesto su estado . Y así con todo, por ejemplo, el bonito se vendía por trozos de inmensas latas que llevaban abiertas ni se sabe el tiempo en los mostradores de los comercios del ramo y rodeadas de moscas. Por eso yo AGRADEZCO y valoro que nos vendan los alimentos, sobre todo los frescos y perecederos, en envases de plástico con sus fechas de caducidad bien a la vista, y que no tenga que hacer un curso para dependiendo del color de las agallas de la merluza saber si está en buen estado o medio podrida, y que no tenga que tocar y apretar ” El culo ” de los melones para saber si están verdes o listos para comer. Y es que , coñe, vivimos en el siglo XXI , el siglo de la INFORMACION, y no en los oscuros años en la Edad Media.
Si, tenemos mucha información. Quizás a veces demasiada, tanta que cuesta comprenderla y sobre todo creerla. Porque la carne me hada también llevaba etiquetas.
Si, así es, pero ya puestos, y haciendo de Abogado del Diablo, decir que llegado el Otoño, y por el otro lado, suele pasar tres cuartos de los mismos, y además cada vez con más frecuencia de la deseada. Y es que a quien no le encanta ir en Otoño al Campo a coger SETAS, llevarlas a casa, preparar una de las habituales comidas familiares de los domingos, basadas en platos tradicionales, cocinados con un fervor casi religioso, para acabar todos los comensales en las Urgencias Hospitalarias, y sus nombres, unos en la sección de sucesos de la prensa local, y otros en la de las esquelas funerarias