NO TODO CONOCIMIENTO SE ADQUIERE CON UN CLIC
Hace meses, un amigo sufrió un accidente doméstico, golpeándose la rodilla violentamente. La contusión le causó un gran hematoma.
Días después, en una reunión, el accidentado contó lo sucedido a otro amigo médico. “Me estoy dando una crema buenísima y aplico hielo continuamente, pero aun así no mejoró y no entiendo por qué”. El médico, le preguntó cómo sucedió y escucho, como hace siempre, atentamente su explicación. Examinó el hematoma y reflexionó unos instantes.
Entonces, explicó al accidentado, que hay diferentes tipos de golpes, unos requieren un tratamiento con frío y otros con calor. Su golpe requería calor y no frío. Además, la crema que se estaba aplicando agravaba más aún su estado. Le expendio una receta y le indico su posología.
El accidentado le miró fijamente y dijo; “¿O sea que la bata que llevas en tu trabajo no es de churrero, por cosas como esta?”
Despreciamos los conocimientos adquiridos en una carrera profesional, y pensamos que a golpe de clic aprendemos en un instante la sabiduría que a médicos, ingenieros, economistas y abogados les costó años de duro esfuerzo adquirir. Y no es así, ya lo dice el refrán; “la ignorancia es atrevida”.
Si, pero no solo en carreras de postín, como la de medico, ingeniero, economista, y abogado. Eso ocurre en todos los oficios, trabajos, y profesiones.
Una señora llamó al técnico porque su lavadora no funcionaba, el técnico llegó, y tras enterarse por la señora de porque no funcionaba la lavadora, abrió el tambor de la misma y cambio un pequeño tornillo, en total cinco minutos.
Al acabar le presentó la factura a la señora y esta exclamó sorprendida al ver la cantidad. – ¿ Por cambiarme un tornillo me cobra 40 Euros ?. A lo que el Técnico la respondió, – » No señora, por cambiar el tornillo la cobro 50 céntimos, el resto es por saber que tornillo debía cambiar «.
Y me permito acabar complementado su ultima sentencia » La ignorancia es atrevida… Y suele salir MUY CARA «.
Cierto, y si lo intenta hacer uno por su cuenta, por ahorrarse unos euros, al final acaba acudiendo al profesional con una averia de mayor costo, porque «lo barato sale caro»