LA QUEJA EMPEQUEÑECE
El 75 por ciento de nuestras conversaciones comienzan con una queja.Junto con el pesimismo se han convertido en un estilo de vida ampliamente aceptado por todos nosotros sin apenas darnos cuenta.
Muchos de nuestros diálogos tienen como eje conductor alguna de estas características o ambas a la vez. Ni con buenas noticias somos capaces de alejarnos de ellas. El “bueno, bueno”, “ya veremos”, “eso habrá que verlo”,
Se impone como un velo negro que nos impregna hasta el tuétano convirtiéndonos en seres grises y desconfiados que rechazan cualquier ilusión que genere alegría. Yo prefiero elegir el optimismo realista, como generador de esperanza e ilusión.
Cuesta exactamente lo mismo pensar que las cosas nos van a ir bien que mal, y el efecto que produce una elección u otra es diametralmente opuesto. El optimismo nos predispone a que lo bueno suceda, y realizaremos infinidad de actos inconscientes para ello.
Mientras que el pesimismo, es imán de las desgracias al atraerlas con esa actitud y pensamiento negativo. Y como está última elección es la más común y fácil de escoger es la más usada a pesar de ser perniciosa y nociva. Porque todo lo que implique esfuerzo y sacrificio como la elección optimista solo está al alcance de los valientes.