EL AROMA QUE RECUERDA LO ANTIGUO
Recientemente he recuperado unos enseres domésticos del domicilio de mis padres que fue vendido hace años. Destacaba entre ellos un molinillo eléctrico de café.
Lo primero por estar hecho en España, a diferencia de los aparatos que actualmente manejamos, fabricados en su mayoría en China. Y lo segundo porque tras 35 años funcionaba perfectamente.
Tuve que ir a varios supermercados para encontrar café en grano. Cuando lo molí, ensucié toda la encimera y tuve que fregarla junto con el molinillo, nadie comprendió porqué lo hacía pudiendo comprar directamente el café molido.
Al usar el molinillo, toda la casa se impregno de un agradable aroma a café. Recordé cuando mi madre me venia a buscar al colegio y al llegar a casa yo merendaba, mientras ella molía café y escuchábamos el consultorio de Elena Francis.
Recordé la primera vez que me dejo usarlo, sintiéndome ya mayor por lo peligroso de sus cuchillas. Y recordé también la primera vez que tomé café con mis padres, como síntoma inequívoco de mi entrada en la edad adulta.
Creo que continuaré moliendo café a pesar de que me cueste más trabajo.